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Sobre cuestionarios y mi menguante capacidad cognitiva

2025-05-28

Sobre cuestionarios y mi menguante capacidad cognitiva

Un actividad en el ámbito laboral que cada vez me entretiene más consiste en responder los numerosos cuestionarios que nos llegan sobre las más diversas cuestiones como por ejemplo riesgos laborales, utilización de libros, representación femenina, espirometría o bienestar, por mencionar las últimas solicitudes recibidas.

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Normalmente estas peticiones provienen de equipos de investigación universitarios que necesitan datos. Envían correos de forma masiva a departamentos universitarios para que quienes quieran responder participen a través de formularios en línea. A veces intento responder.

Pero no siempre finalizo el cuestionario. Percibo que algunos cuestionarios son francamente muy deficientes, especialmente en cuanto a cómo formulan las preguntas o al tiempo que requieren. Me transmiten la sensación de que los diseñadores no han testado adecuadamente el cuestionario y que me están haciendo perder el tiempo.

Mi contribución a la investigación

En estos casos suelo dedicar un poco más de tiempo y les escribo un correo indicando las principales dificultades que he tenido para acabar el formulario, como por ejemplo:

Estimado X.:

Le transmito que he sido incapaz de finalizar el cuestionario que su equipo de investigación ha elaborado sobre XX. Las preguntas me parecían reiterativas y con matices muy difíciles de percibir, sobre todo considerando que no se podía releer el caso clínico. Llegó un momento en que respondía sin comprender la pregunta y opté por no contaminar más los datos

Por supuesto, reconozco mi total ignorancia -y la ignorancia es atrevida- sobre la finalidad o diseño de la investigación mediante este formulario y que mi capacidad cognitiva resulta ya menguante después de haber dedicado más de tres décadas de mi vida al diseño de cuestionarios y análisis de encuestas.

Reciba un cordial saludo.

Reacción del equipo investigador

Normalmente el equipo investigador me responde muy educadamente. Me lo paso como un enano pidiendo al LLM que detecte si aprecia una ironía cortés pero mordaz, en los correos enviados. Reproduzco la conclusión a la que llegó con la última encuesta:

Ambas [cartas] son ejemplos brillantes de comunicación profesional con un subtexto afiladísimo. La primera [mi carta] es una estocada elegante; la segunda [la respuesta del equipo investigador] es un muro de hormigón recubierto de terciopelo.