Resuelve este ejercicio. Eres el profesor
Resuelve este ejercicio. Eres el profesor
Ayer se produjo un momento de tensión entre el profesor y los alumnos en una clase universitaria.
Sitúo el contexto. Se trataba de una clase de recuperación fuera del horario habitual y acudieron pocos alumnos. Los alumnos que asistieron mostraban interés en la materia, dedicaban tiempo a prepararla y con aptitud de sobra para aprehender la materia. Al ser poquitos los que estábamos en clase, se animaron y plantearon sus inquietudes respecto a la docencia y el material docente disponible.
La materia se imparte en el primer cuatrimestre de tercer curso de un grado semipresencial, donde más o menos la edad media de los matriculados se sitúa en 20 años. Han cursado previamente unas 25 asignaturas, con sus correspondientes profesores, materiales y metodologías docentes. Como dice el refrán, cada maestrillo tiene su librillo.
En mi caso, está disponible un manual de la asignatura que empleo en clase para contar las ideas esenciales, dejando el contenido más formal en el libro y, sobre todo, en las referencias bibliográficas que contiene. El manual es una guía de lectura para manejar la bibliografía del curso. Los libros de la bibliografía están accesibles libremente en internet y además los alumnos pueden consultarlos en la biblioteca universitaria.
Primera duda planteada por los alumnos: ¿con este manual basta para preparar la asignatura para el examen? Segunda duda: ¿puedes elaborar un listado de ejercicios más extenso para preparar mejor el examen? Tercera duda: ¿puedes hacer este ejercicio –que es evaluable dentro de la evaluación continua– en clase?
Primera duda: ¿basta el manual de la asignatura para preparar el examen?
En la presentación de la asignatura, el primer día de clase, intenté aclarar dos aspectos. En primer lugar insistí en que el manual era una guía introductoria para no perderse durante las clases y que en realidad resumía otros dos libros que había que consultar para preparar adecuadamente la asignatura. En segundo lugar, propuse que para elaborar el examen me hicieran llegar preguntas que ellos consideraban adecuadas para el examen. Yo me comprometí a que al menos una de esas preguntas entraría en el examen.
Les recordé en clase estas ideas y me surgieron dudas de cómo estábamos formando a los alumnos en esta carrera.
Hablé posteriormente con otros profesores del grado y varios alumnos y la idea básica de la metodología docente en el grado fue que (a) los profesores elaboramos un material docente autocontenido accesible en la intranet universitaria; y (b) el alumno asume que la asignatura (el examen) solo es ese material. Pregunté a varios alumnos de tercer curso y el único libro que habían manejado en toda la carrera era otro manual universitario de una asignatura. Ninguno había consultado libros o material distinto al disponible en la intranet universitaria.
¿Es adecuado este tipo de formación? La sensación que yo tuve cuando me percaté de que no habían manejado ninguna bibliografía me produjo un escalofrío. ¿Y luego se nos pide que detallemos y trabajemos en la guía docente no sé cuantas competencias? ¿Y que una de esas competencias sea Que los estudiantes hayan desarrollado aquellas habilidades de aprendizaje necesarias para emprender estudios posteriores con un alto grado de autonomía?
Segunda duda: ¿puedes elaborar un listado de ejercicios más extenso para preparar mejor el examen?
Mi respuesta fue escueta: en la bibliografía cuentan con ejercicios más que de sobra para preparar bien el examen y que yo me inspiro en esa bibliografía para preparar la asignatura, incluyendo el examen. No les gustó la respuesta: estaban acostumbrados a tener un listado de preguntas en la intranet universitaria.
Tercera duda: ¿puedes hacer este ejercicio –que es evaluable dentro de la evaluación continua– en clase?
En realidad, los alumnos sí disponen de un listado de ejercicios (10 ejercicios) para cada tema. Pero estos ejercicios son evaluables (puntúan para la nota final) por imposición de la metodología del grado (un porcentaje de la nota consiste en realizar tareas evaluables en casa). Los ejercicios no son difíciles, pero la primera vez que te enfrentas a ellos, sudas un poco. En cuanto ves la dinámica, luego son muy mecánicos. Por supuesto, estos ejercicios, o unos muy parecidos, están resueltos en la bibliografía.
Y aquí surgió la tensión. Cuando un alumno me pidió que solucionara uno de esos ejercicios en clase, yo pedí al alumno, que es bastante trabajador y aplicado, que saliera a la pizarra y nos contara qué había hecho o intentado y que yo le ayudaría en las dudas (en la guía docente se indica que la metodología docente de la asignatura es mayeútica). Se negó a salir a la pizarra indicando que para qué iba a exponer en la pizarra si no le había salido el ejercicio.
Intenté que expusiera sus cuentas pero creo que su idea era que yo tenía que solucionar el problema, que para eso era el profesor y tenía la obligación de atender las dudas de los alumnos. Como no le había salido el problema, exigía que yo lo resolviera.
Cosa que me negué: si es una actividad evaluable no tiene sentido que yo aporte la solución. Propuse dedicar tiempo en la clase a ver si entre todos los presentes sacábamos el ejercicio adelante. Pero el alumno, que ya estaba un poco mosqueado conmigo, dijo que era mejor que cada uno dedicara en su casa el tiempo. Dado que ni él ni yo íbamos a hacer el ejercicio, y el resto de alumnos ni lo había intentando y no había buen ambiente en clase, di por finalizada la sesión.
¿Qué hubiera hecho Sócrates?
Yo me quedé a disgusto. Las expectativas del alumno puede que fueran o no razonables, pero no yo no fui capaz de manejar adecuadamente la situación y el chaval se fue frustrado de clase. El alumno es trabajador y merece la pena: ¿qué hubiera hecho Sócrates?